En la confusión y el caos del polarizado panorama político actual (una época de violencia, crimen, insurrección y violación de los valores humanos tradicionales), la difícil situación de una prensa libre es otra amenaza a la democracia que no se explora con tanta frecuencia como debería. Al omitir intencionadamente el razonamiento político detrás de esta guerra civil ficcional, el director Alex Garland pretende retratar a los periodistas como los verdaderas protagonistas, mostrando los riesgos que los fotógrafos están dispuestos a correr para traernos la “verdad” o, como dice Lee, el personaje principal de la película, “Fotografiamos para que otras personas pregunten”.

El escenario es un futuro distópico, post-apocalíptico y no muy lejano en el que Estados Unidos está dividido entre liberales de izquierda y conservadores de derecha. Kirsten Dunst interpreta a Lee Smith, una intrépida y respetada fotoperiodista inspirada en el gran ícono de la Segunda Guerra Mundial Lee Miller, la primera mujer en ingresar al búnker nazi después de la rendición del Tercer Reich, quien se fotografió desnuda en la bañera de Adolf Hitler para la revista Life (tenemos documental sobre la verdadera Lee Miller AQUÍ).
La acompaña un pequeño grupo de compañeros reporteros, entre ellos Jessie (Cailee Spaeny), una adorable novata que anhela ser su copia, Joel (Wagner Moura), un escritor entusiasta buscador de primicias que ama la adrenalina y arriesga su vida repetidamente, y Sammy (Stephen Mckinley Henderson), un anciano sobreviviente de «lo que queda del New York Times». La ardua trayectoria del guión de Alex Garland sirve para guiar a la prensa (y al público) a través de campos de guerra áridos, a través de carreteras desiertas de coches abandonados y estadios de fútbol vacíos convertidos en escenarios de matanzas y cementerios improvisados.

Civil War es una película de imágenes salvajes, ideales comprometidos y anarquía sin fin. Alex Garland está convencido de que si las cosas continúan en la dirección política que estamos experimentando ahora, entonces nadie estará a salvo de la aniquilación en la próxima década, con la prensa libre en el medio, tratando de dejar constancia de lo que presencian en el línea de fuego mientras el resto de nosotros morimos.