A mi me encanta el humor absurdo y ácido, pero en esta serie realmente no siento que cumpla su cometido. En este episodio nos encontramos con una seguidilla de situaciones que van más allá de lo ridículo, pero no de buena manera. Sin querer tirar ningun  spoiler, basicamente lo que vemos es a 3 personajes caducos y prepotentes, un artista pasadísimo de moda y mal gusto, una ministra de cultura déspota y nuestro personaje principal que sigue creyendo que pasa por «simpatico» o «intelegente» al ser despectivo. Una lucha de poder entre vejestorios que no hacen otra cosa que estorbar en un museo que tiene todo tipo de problemas organizativos, una burocracia insoportable y una patética representación gremial en un ámbito con mucho contrato de trabajo precarizado.