El trabajo de Santiago Sierra se inscribe dentro de un conjunto de operaciones críticas que ponen en cuestión la creencia de que el arte es una actividad autónoma, sublime y desinteresada.
Para enfatizar los efectos de la economía de mercado sobre el trabajador, propone performances en las que la participación se ve remunerada, ya sea monetariamente o en especie. Son tareas normalmente repetitivas, sin sentido, y muchas veces tan absurdas o poco productivas como algunos ejemplos del mundo laboral real.