La obra de David Altmejd (Canadá 1974) es una mezcla única y embriagadora de ciencia y magia, ciencia ficción y romanticismo gótico: una visión post-apocalíptica que es al mismo tiempo esencialmente optimista, que contiene como siempre el potencial de regeneración, evolución e invención.
“Un objeto perfecto para mí”, ha dicho el artista, “es algo extremadamente seductor y extremadamente repulsivo al mismo tiempo”. La decadencia existe en equilibrio con la regeneración, lo exquisito junto con lo grotesco.