Andrew Graham-Dixon revela como la familia Medici transformó Florencia a través de la escultura, pintura y arquitectura y crearon un mundo donde las obras de arte movían millones. Sin el dinero y el patronazgo de los Mecidi, podríamos no haber oido nunca de artistas como Donatello, Miguel Angel o Botticelli. Veremos como una familia de oscuros y corruptos hombres de negocios conducidos por la ambición llegaron a ser la máquina financiera detrás del Renacimiento italiano.
El arte ha estado al servicio de los poderosos y del mercado desde el principio, ya que la idea de «obra de arte» y de «autor» y de genio individual nacen conjuntamente con el capitalismo. Grandes patronos (ya sean papas, reyes, dictadores, banqueros, empresarios o corporaciones) no solo han financanciado el arte, sino que han manipulado los sentidos de «gusto» durante todas las épocas a lo largo de la historia. El mercado del arte desacerbado y desregulado no es una novedad, no es un problema del arte contemporáneo, como muchos dicen. Ha sido así desde siempre: lujos para los poderosos. Claro que hay otros tipos de manifestaciones artísticas, pero esas no te lo encuentras en los museos ni en los libros de historia.

