George: La historia de Maciunas y el Fluxus

Es apropiado que un documental sobre George Maciunas (1931-1978), el artista de origen lituano que ideó el manifiesto del movimiento conocido como Fluxus, sea como ese mismo grupo: juguetón, travieso y un poco difícil de definir. A lo largo del film se escucha a un entrevistador preguntando al Sr. Maciunas qué es «flux», y nunca logra obtener una definición.

El director Jeffrey Perkins, un artista que se define en su propia biografía como socio de Fluxus, enfatiza las contradicciones del enigmático cabecilla del grupo. ¿Fue el Sr. Maciunas un artista significativo o más bien un gestor? ¿Fue Fluxus una idea original o simplemente se apoderó de un espíritu post-dadaísta que ya estaba alimentando el arte conceptual y de performance en todo el mundo en la década de 1960? ¿Fue un revolucionario o un en empresario que quería monopolizar la vanguardia? ¿Fue un ingenuo delirante, un enamorado de la utopía o todas estas cosas al mismo tiempo?

Maciunas le dio a Fluxus su nombre en la década de 1950 y aunque tuviera fundamentos socialistas George presionó para que fuera reconocido como un movimiento, y era conocido por tener actitudes casi dictatoriales, para disgusto de los artistas involucrados. Todos aquellos que se resistieron a ser agrupados se beneficiarían de la asociación, pero aún así, su inclusión involuntaria habla tanto de la terquedad de Maciunas como de su deseo de unir a la gente. Estos son los dos polos de su personalidad más visibles en el film, que pinta un retrato que no siempre es halagador, pero es revelador y simpático. Casi todos los artistas involucrados en Fluxus habían tenido una pelea con Maciunas en algún momento, pero de todos modos, hablan de él con amor, aprecio y desconcierto.

Que Maciunas pudiera engendrar tanto cariño entre sus pares a pesar de sus excentricidades es solo una de las razones por las que merece un mayor reconocimiento, y este film ilustra muchas otras razones más para hacerlo. Vemos entrevistas fascinantemente contradictorias con artistas como Yoko Ono, Jonas Mekas, Nam June Paik y muchísimos otros, junto con un ingenioso diseño de edición de la película que dan forma a este rico retrato de un artista visionario.

Dedicado a métodos cooperativos, redes generosas y procesos expandidos, todo podría ser Fluxus: kits, tiendas, festivales, eventos, bodas, misas o casas (marcó el inicio del mítico SoHo en Nueva York) ¡Y hasta una isla!. Fluxus no era solo un movimiento, era un estilo de vida, una república, casi … casi una secta diría yo. El iconoclasta Maciunas y el espíritu de Fluxus suscitan interrogantes aún críticos para los artistas de hoy.

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