Esclavos de Nueva York

Esta especie de rom-com nos presenta una romantización de la escena artística en Nueva York de los años 80s. Todos aspiran a la fama o al olvido, y esperan amor y aceptación. En cambio, encuentran alquileres elevados, parejas infieles y carreras sin futuro.

Basada en una serie de cuentos cortos de Tama Janowitz publicados originalmente en la revista New Yorker pretende ser un homenaje a la escena del bajo Manhattan, pero ¿logra su cometido?

La heroína de la película es una joven que diseña sombreros (Bernadette Peters). Son sombreros verdaderamente horribles, pero lo importante es, ¿qué piensa la diseñadora sobre sus sombreros? Nunca se permite reaccionar ante ellos, cuidarlos, estar orgullosa de ellos, ni siquiera intentar venderlos. Su novio (Adam Coleman Howard) quien la maltrata psicológicamente constantemente, hace cuadros que no le gustan tanto, no se lo ve muy apasionado por ellos.

Montones de otros personajes en el film viven vidas clichés de bohemia artística, dicen estar en bancarrota, aunque van a todos lados en taxi. Se mueven en un mundo de arte, moda, fotografía y diseño, pero las disciplinas reales y las recompensas psíquicas de este mundo no les interesan. Quieren utilizar el arte como una forma de alcanzar el éxito, que es más importante para ellos de lo que el arte jamás será. Juegan a la extrusión del arte con la esperanza de que su trabajo se venda, y que encuentren una galería que los represente, y que eventualmente puedan permitirse un apartamento realmente lindo en la ciudad de Nueva York.

El título, “Esclavos de Nueva York”, es explicado en el sentido de que la vida en Nueva York es básicamente una cuestión de tener el éxito suficiente para tener un buen apartamento y que, si no tienes uno, te mudas a casa de alguien que sí lo tenga y te conviertes en su esclavo. La idea es que, con el tiempo, consigas tu propio apartamento y tengas tus propios esclavos. Hubo un tiempo en que la vida de un joven artista consistía en vivir en un apartamento de mierda mientras intentabas crear gran arte, en lugar de intentar vivir en un gran apartamento mientras creas arte de mierda.

Hacia el final vemos a la protagonista en su camino a liberarse de su abusador y tomar la iniciativa hacia el éxito, pero en cuanto todo empieza a tomar forma parece volver a caer en la trampa de otro amor y la dependencia emocional. Una pena por ella.

 

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