Durante los años 30, numerosos artistas huyeron de la censura estalinista, que permitía solo el arte que ensalzara el denominado «realismo socialista». El pintor y arquéologo ruso Igor V. Savitsky se dedicó a coleccionar y a salvar el arte que en la Unión Soviética era tachado como degenerado. Las piezas estaban escondidas en bases de camas, ocultas en armarios o tiradas en la basura. Formó la segunda colección más grande en el país pero tuvo que esconderla durante años, hasta que pudo crear su museo en la ciudad de Nukus.
La obra de estos artistas mezcló el estilo avant-garde con las influencias propias de un país islámico como Uzbekistán. «Los museos rusos no pueden aguantar la idea de que una colección tan maravillosa salió de Rusia hasta este lugar tan provincial en Uzbekistán», afirma Marinika Babanazarova, directora del museo.