Ryman aísla los componentes más básicos (material, escala y soporte), imponiendo límites que permiten al espectador centrarse en la presencia física de la obra en el espacio. Desde la década de 1950, Ryman ha utilizado principalmente pintura blanca sobre una superficie cuadrada —ya sea lienzo, papel, metal, plástico o madera—, aprovechando al mismo tiempo los efectos sutiles de luz y sombra para animar su obra. En la obra de Ryman, los sujetadores de pared y la cinta adhesiva cumplen funciones tanto prácticas como estéticas. Ni abstractas ni completamente monocromáticas, las pinturas de Ryman son paradójicamente «realistas», según el propio léxico del artista.

