Rose Wylie creció en la austera Inglaterra de la posguerra, miembro de la llamada Generación Silenciosa, pero no encaja del todo en ese molde. En su juventud, sacrificó su carrera artística para apoyar la de su marido y cuidar de sus hijos. Sin embargo, incluso después de que sus hijos crecieron, ella todavía no podía olvidar el placer de hacer arte.