Sus refinadas fotografías en blanco y negro documentan escenas del Oeste americano de las últimas cuatro décadas, revelando el impacto de la actividad humana en los últimos vestigios de la naturaleza y los espacios abiertos. Una tensión subyacente en la obra de Adams es la contradicción entre los paisajes visiblemente transformados o marcados por la presencia humana y la belleza inherente de la luz y la tierra que la cámara reproduce.