Marina Abramovic invita a Alan Yentob a su casa, abre su enorme archivo personal y viaja de regreso a su ciudad natal, Belgrado. Su obra temprana y provocadora fue rechazada en el pasado, pero hoy miles de personas acuden a verla interpretar piezas que pueden durar semanas, incluso meses. Utilizando únicamente su propio cuerpo y superando sus límites físicos y psicológicos, se ha convertido en una superestrella artística internacional.

