En los primeros años Hirst fue muy conocido por sus gabinetes de fármacos. Para Hirst, la medicina, como el arte, ofrece un sistema de creencias que es a la vez seductor e ilusorio: «No puedo entender por qué algunas personas creen por completo en la medicina y no en el arte, sin cuestionarselo siquiera».
Para algunos, la Farmacia de Hirst podría ser vista como una representación de la gama múltiple de filosofías, teorías y sistemas de creencias disponibles como medios posibles de estructuración y de redención de la vida.

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