Hokusai

Pintar es un acto político en este film. La perspicaz biopic de Hajime Hashimoto sobre el artista japonés Katsushika Hokusai (que pintó obras famosas como ‘La gran ola de Kanagawa’) retrata diligentemente su vida y obra. También amplía el lienzo para transmitir una era en la que muchos aspectos de la cultura popular se consideraban «moralmente corruptos» y se reprimían brutalmente.

Hashimoto divide su retrato en cuatro capítulos y divide claramente el enfoque entre el joven artista (interpretado por Yuya Yagira) y el viejo maestro (Min Tanaka). El primero se esfuerza por encontrar su voz, mientras que el segundo está decidido a mantener su vida creativa hasta la vejez. Hokusai se acercaba a los 90 años cuando murió en 1849. El tejido conector a lo largo de la película es la lucha por permanecer fiel a uno mismo.

Hashimoto subraya la naturaleza subversiva del arte en el prólogo de la película con una redada en las instalaciones del editor y mecenas de las artes Shigesaburo Tsutaya (Hiroshe Abe). Se queman libros, se destruyen pinturas y se hacen severas advertencias. Convencido de que es un gran artista, Hokusai (quien en esa época usaba el seudónimo de Katsukawa Shunro en honor a su anterior maestro) se presenta ante Tsutaya. Yuya Yagira aporta una valentía juvenil al papel de un forastero inmaduro e impulsivo. Su confianza se reduce cuando se le hace la simple pregunta: «¿Por qué pintas?» y solo puede responder: “¿Por qué debería saberlo? La búsqueda de su voz lleva a Katsushika en un peregrinaje desde la ciudad de Edo hasta la costa. Sus obras posteriores que muestran altos pilares de olas espumosas con el monte Fuji en la distancia se convierten en su marca registrada y llevan con orgullo el nombre de Hokusai.

La segunda mitad de la película salta décadas para centrarse en los últimos años de Hokusai, donde el costo de una vida artística se mide en pérdida y declive físico. La muerte violenta de un amigo que se había atrevido a convertirse en escritor inspira una de las pinturas más brutales de Hokusai y refuerza los peligros de ser artista durante las últimas décadas del shogunato Tokugawa en Japón.

La película transmite vívidamente la artesanía del trabajo del pintor, desde las delicadas pinceladas hasta el tallado preciso en los grabados en bloques de madera. A Hasimoto le gustan las ráfagas de clima salvaje que reflejan o influyen en el estado emocional de los personajes. Ráfagas de viento, lluvia torrencial y relámpagos sirven como puntuación dramática.

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